Dentición – Noches agotadoras

Probablemente ya lleves algún tiempo esperando que salga el primer dientecito en la mandíbula inferior e interpretes cualquier nuestra de inquietud de tu hijo como el anuncio de ese acontecimiento. A algunos niños les afloran los primeros dientes sin apenas darse cuenta pero otros tienen muchas molestias y a los padres les esperan días de agotamiento nervioso.

Los primeros dientes suelen salir por término medio hacia el 6º. mes pero el momento preciso en que afloran varía mucho de un bebé a otro. Durante el embarazo ya se forman los 20 dientes de leche que se abrirán paso a través de las encías a lo largo de los primeros dos o tres años de vida. Los dientes suelen salir aproximadamente con un mes de diferencia entre ellos, pero a veces también afloran en paralelo. Las primeras piezas dentales que aparecen en la boca del bebé son casi siempre los dos incisivos inferiores.

Cada bebé reacciona de manera diferente ante la salida de los dientes. Depende de la sensibilidad individual frente al dolor y del temperamento del niño. Son posibles indicios de la dentición una mayor salivación, encías rojas e hinchadas, mejillas coloradas, morderse a menudo los dedos y los puños, inquietud, fuerte apego y llanto provocado por el dolor, esto último a veces también ocurre de noche alterando el sueño de toda la familia.

Por supuesto, en esta fase de desarrollo tan dolorosa es muy importante la dedicación de las personas de referencia: el bebé quiere que lo consuelen y atiendan. Él mismo no entiende qué causa esos dolores y necesita que lo tranquilicen y que le brinden dedicación amorosa. Pueden servir de ayuda los mordedores (enfriados). Si el bebé tiene una salivación excesiva se pueden utilizar baberos impermeables para evitar tener que estar cambiándolo continuamente de ropa. Para cuidar la piel se puede emplear la rica Crema Facial de Caléndula formulada con sustancias naturales cuidadosamente seleccionadas que protegen y calman la piel y la mantienen suave y flexible.

La fase de dentición suele ser agotadora para los padres porque durante ese tiempo tienen una doble sobrecarga: puede que por las noches el niño llore más a menudo con la falta de sueño que eso supone. Y probablemente durante el día requiera más dedicación y sea más difícil tranquilizarlo. Es importante que los padres se apoyen mutuamente para repartirse el trabajo y, si es posible, poder dormir o relajarse un poco durante el día.