Ser padres - ser ejemplares

Los niños aprenden sobre todo por imitación. La forma en que vivimos nuestro día a día como padres, cómo organizamos nuestra convivencia, lo fiables, empáticos, agradecidos y amigables que somos, qué valores y rituales tenemos, cómo hablamos y cómo tratamos a los demás y a nosotros mismos, los niños asimilan todo eso.

La forma en que vivimos cotidianamente marca el rumbo a nuestros hijos y les abre un horizonte concreto. Los pequeños aprenden mucho y muy rápido. Sobre todo las cosas que se les enseñan pero también aquellas de las que son testigos en la vida cotidiana. Registran formas de comportarse, valores y rituales siguiendo a sus personas de referencia. Aunque tu hijo aún sea pequeño ya ha asimilado muchas cosas. Así que éste es un buen momento para hacer un alto y preguntarse a una misma y a la pareja: 

• ¿Qué debe aprender nuestro hijo de mí / de nosotros? ¿Qué cosas creemos que son importantes?
• ¿Qué palabras utilizo, cómo hablo sobre otras personas y sobre mí misma, sobre mi jornada y sobre el trabajo?
• ¿Cuánta paciencia tengo, cómo reacciono? ¿Soy comprensiva, amistosa y empática?
• ¿Aprende mi hijo a decir “por favor, gracias, perdón” cuando yo misma he hecho algo mal?
• ¿Me alimento de forma sana y cuido mi cuerpo de manera atenta?
• ¿Qué hago con mi propia creatividad, mi musicalidad, mi gusto por la lectura o por el deporte?
• ¿Dónde compro, qué actitud tenemos frente al consumo, vivimos de forma sostenible?

Estas preguntas no deben presionarte sino inspirarte y hacerte reflexionar sobre aspectos importantes de tu propia vida. Nadie es perfecto pero es bueno ser consciente de que la forma en que vivimos nuestra vida marcará profundamente a nuestros hijos. Y, si los niños aprenden tanto por imitación, eso también puede convertirse en una oportunidad para trabajar más en nosotros mismos.

Cuanto más mayores son los niños más se nota que aprenden observando lo que hacemos. Son inteligentes, registran e interiorizan muchas cosas y eso es algo que se pondrá de manifiesto más adelante. No hace falta invitarlos expresamente a imitar, lo hacen de forma automática y en un momento dado empiezan a utilizar palabras que empleamos nosotros y puede que también tengan intereses similares. Por eso la función modélica tiene un papel central en la vida cotidiana. Si no quieres que tu hijo vea mucho la televisión tampoco debes verla tú, mejor opta por leer un libro por las noches. La manera más sencilla de fomentar la creatividad es ser creativo uno mismo. El entusiasmo por el ejercicio y por un estilo de vida sano se puede inculcar viviendo así y disfrutando el fin de semana en plena naturaleza.