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¡Qué testarudo!

¿Qué podemos hacer los padres en esas situaciones y cómo podemos tranquilizar al niño sin tener que ceder?

En esta entrevista con la pedagoga titulada Susanne Mierau

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Lo que los padres deben saber sobre la fase de obstinación

¡Bienvenido, pequeño testarudo! Cuando tu hijo se enrabieta, no quiere hacer las cosas, no escucha y, en lugar de eso, grita y se resiste hasta que consigue imponer su voluntad, debes saber que está en plena fase de obstinación. Eso supone todo un reto para tu paciencia, tu capacidad de imponerte, tu empatía y tu habilidad para resolver conflictos. Susanne Mierau, pedagoga titulada, habla sobre la fase de obstinación de los niños.

Querida Susanne, ¿qué ocurre exactamente en la fase de obstinación? y ¿es necesaria la obstinación para el desarrollo infantil?

En realidad, obstinación no es la palabra correcta. El niño no manifiesta esa actitud rebelde de forma consciente ni tiene en absoluto la intención de enfadar a sus padres porque esa resistencia también es agotadora para él. Podemos llamar a esta etapa la fase de autonomía. Entre los dos y los seis años los niños van separándose poco a poco de sus padres, descubren su propia voluntad y quieren reivindicarla. Esta fase también tiene que ver con los recursos, el niño quiere algo o reclama recursos de desarrollo: por ejemplo, quiere trepar a algún sitio y a veces no es posible o no puede conseguirlo por sí sólo. Pero no entiende por qué se le prohíbe o por qué no puede hacerlo todavía. A menudo estas explosiones de sentimientos revelan que el niño aún no puede canalizar ni controlar bien lo que siente. Tu hijo choca con los límites de sus propias posibilidades y eso duele. Es posible que no pueda expresarse como realmente le gustaría hacerlo y por eso se enrabieta.

¿Qué podemos hacer los padres en esas situaciones y cómo podemos tranquilizar al niño sin tener que ceder?

Es normal que esos arranques de cabezonería sean difíciles para los padres y que en un primer momento generen situaciones de estrés. Y más aún si no están solos con el niño sino en el supermercado, en el parque o en casa de unos amigos. Esos ataques de testarudez suelen ser fruto de una situación difícil para el pequeño, por ejemplo, porque ha recibido demasiados estímulos, está él mismo estresado o quiere demasiadas cosas a la vez. Trata de permanecer tranquila y de entenderlo. El primer paso consiste en decirle “sí, comprendo que estés rabioso” y en detectar la verdadera necesidad del niño. Si consigues que se dé cuenta de que lo percibes y lo tomas en serio y de que eres consciente de que no trata de enfadar a nadie, probablemente lograrás distender la situación. Porque si uno mismo se mantiene tranquilo el niño también puede volver a serenarse. No hay que reaccionar de forma emocional e impulsiva sino mantenerse relajado y aceptar el momento y al niño tal como son en ese instante.

¿Qué es lo que te ha llevado a escribir tu libro “Lo quiero pero no” y cuál ha sido tu propia experiencia con la fase de obstinación?

Es un libro escrito por encargo, pero precisamente mi segundo hijo me ha vuelto a confrontar con la fase de obstinación infantil. Cada niño es diferente y es frecuente que esta fase también esté marcada por su temperamento, por el orden que ocupa entre los hermanos o por el estatus socioeconómico. Un niño se puede sentir frustrado si su hermano mayor es capaz de hacer más cosas o le dejan más libertad de acción. Cuanto más conservas la calma y transmites a tu hijo la sensación de que también es aceptado en ese momento y en esa fase molesta, más posibilidades tienes de llegar a distender la situación.