bebe aprendiendo a andar
blog bebé

Paso a paso – Cómo aprenden a andar los niños

¿Cuándo aprenden a andar los niños?

bebe niño

Los primeros pasos son un hito importante en el desarrollo infantil. De repente el niño es capaz de desplazarse sobre sus dos piernas. Se yergue, se estira y de golpe parece mucho más grande. Generalmente su evolución prosigue imparable y al cabo de algunas semanas gatea menos y se centra más en dar sus primeros pasos. Pero, como ocurre con tantas otras cosas, el niño es quien marca el ritmo y debe comenzar a andar de manera espontánea.

¿Cuándo aprenden a andar los niños?

Como ocurre en los restantes ámbitos del desarrollo infantil, el momento en que el niño empieza a andar es enteramente personal: algunos empiezan a los 10 meses, otros a los 18 meses, pero todas esas edades entran dentro del marco de desarrollo normal. Porque lo importante no es cuándo empieza a andar el niño sino cómo lo hace: por sí mismo, de forma espontánea, sin agarrarse a las manos de otras personas ni ser dirigido por ellas.

El largo camino hasta dar el primer paso

Con el desarrollo motriz ocurre lo mismo que con los restantes ámbitos del crecimiento: cada fase prepara la siguiente. Para que llegue el día en que el niño dé su primer paso ha de empezar sentando las bases con una serie de preparativos: entrenando la musculatura y todo el aparato motriz durante meses para la marcha erguida. Estar tumbado de espaldas da paso a tumbarse de lado, rodar sobre el estómago y volver a tumbarse de espaldas, después se producen los primeros movimientos de avance y el niño se arrastra, gatea, quizá marcha a paso de oso y se va irguiendo lentamente. Cada uno de estos hitos es importante para poder llegar al siguiente.

pies bebe

Dejar que el niño siga su camino

Por eso es tan importante que el bebé pueda superar por sí solo, sin intervención de los adultos, cada uno de esos pasos de su desarrollo: no tenemos que ayudar a nuestros hijos a darse la vuelta ni sentarlos ni incitarlos a gatear si todavía no son capaces de hacerlo de forma autónoma. Y lo mismo ocurre cuando se trata de aprender a andar. No necesitan que los enseñemos. Porque tu hijo empezará a dar sus primeros pasos por sí mismo cuando haya alcanzado todas las condiciones previas importantes para conseguirlo y tú le dejes espacio para que pueda caminar.

"Cada niño se desarrolla siguiendo su propio ritmo. Lo mejor que podemos hacer es apoyar a nuestros hijos dándoles espacio y tiempo para que prueben a andar por sí mismos. Ten paciencia, tu hijo se sentirá orgulloso cuando logre pasar por sí solo de ponerse de pie a andar. ¡Y lo conseguirá si duda!"

De ponerse de pie a andar

En cuanto el niño se pone de pie los padres solemos sentir la tentación de cogerlo de las manos e incitarlo a andar. Pero ponerse de pie aún no es andar. Durante el tiempo que transcurre hasta dar el primer paso sin agarrarse el niño aprende a mantener el cuerpo bien erguido y a conservar el equilibrio, lo cual es especialmente importante para caminar sin apoyos. Por eso también es fundamental que aprenda a mantener el equilibrio por sí solo sin estirar los brazos hacia arriba para agarrarse a las manos de los padres. Los pies también deben aprender ahora a soportar el peso del cuerpo y a no caminar de puntillas.

El mejor apoyo para aprender a andar

El mejor apoyo que pueden dar los padres a sus hijos es dejarles probar por sí mismos y no apremiarlos o llevarlos de la mano antes de que echen a andar por sí solos. Otra buena forma de apoyarlos es permitirles total libertad de movimientos poniéndoles ropa cómoda y amplia. También es conveniente que los niños que empiezan a caminar puedan hacerlo descalzos la mayor parte del tiempo, no es necesario que lleven un calzado firme, se les puede poner unos calentadores en los tobillos para evitar que se les enfríen los pies. Así que los padres apenas tenemos que hacer nada salvo esperar y ser espectadores. Llegará un día en que esos primeros pasos llevarán a nuestro hijo directamente hasta nuestros brazos, será un momento inolvidable para nosotros y un motivo de orgullo para el niño que ha sido capaz de aprender y poner en práctica una habilidad por sí mismo.