Mi tripa y mis límites

Tu tripa crece y es preciosa. Disfruta de la atención que recibes de la gente, al fin y al cabo, dentro de ti se está produciendo un milagro. Pero ¿qué ocurre si te resulta excesivo o si no quieres que nadie toque tu tripa?

En realidad, es agradable que la gente te trate de forma especial, quizá te quieran ayudar a llevar las bolsas de la compra, te pregunten a menudo cómo estás o quieran hablar con el bebé que llevas en tu interior. Alégrate de ese interés, pero, a medida que tu tripa siga creciendo y sea cada vez más grande, quizá se acerquen personas que quieran tocarla sin preguntarte. Probablemente muchas veces no te importe y sea algo bien recibido, quizá quieras comprobar con ellos si el bebé se mueve y pongáis juntos las manos sobre la tripa. Es fácil que llegue un momento en que te resulte excesivo o no te apetezca que gente desconocida se acerque tanto a ti. No todo el mundo sabe manejar espontáneamente situaciones de este tipo, por eso puede ser de ayuda preparar un par de frases por si se presenta la ocasión. Eso te dará seguridad.

Saber poner límites es muy importante. Si no te apetece el contacto físico o si hay personas que no son cercanas a ti y quieren tocar tu tripa, piensa siempre: “¡es mi tripa!”. Se pueden poner límites con decisión y amabilidad al mismo tiempo. Sé sincera y directa, comenta amablemente que no quieres que se te acerquen tanto. Da igual de quién se trate, nadie tiene derecho a tocarte en contra de tu voluntad.

La persona en cuestión puede reaccionar de diversas maneras; la mayoría se disculpa, pero también es posible que haya quien se sienta desairado o reaccione ofendido.

A menudo tocar la tripa de una embarazada sin que ésta quiera supone sobrepasar un límite, así que esa situación te permite aprender a marcar y fijar claramente los límites. Cuando tu bebé llegué al mundo, habrá personas que sin preguntarte apartarán el fular portabebés para poder ver y tocar mejor a la pequeña criatura, también habrá gente que meterá la cabeza en el cochecito para saludarlo, lo acariciarán cuando lo lleves en brazos o incluso querrán cogerlo ellos directamente. En realidad, eso siempre es algo bien intencionado, pero a menudo la gente no es consciente de que está sobrepasando un límite ajeno. Como padres, pronto os veréis confrontados con esa realidad y aprenderéis a marcar y proteger los límites que queréis para vuestro bebé.

Todavía tienes tiempo para pensar tranquilamente dónde quieres poner tus límites. Mira un poco a tu alrededor para ser consciente de lo que ocurre, de cómo se acercan los extraños a los padres jóvenes y a sus bebés. ¿Cómo quieres que trate la gente a tu hijo? ¿Qué proximidad te resulta agradable y dónde quieres poner el límite? Puede que cuando llegue el bebé tus sensaciones sean diferentes o que cambie el punto donde pones los límites. Déjate guiar siempre por tus sentimientos, así harás en todo momento lo que es bueno para ti.