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¿Por qué?

La curiosidad infantil como motor del desarrollo

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Nuestros hijos vienen a un mundo donde al principio todo les resulta extraño. Tienen que explorar ese mundo e interiorizarlo poco a poco. A medida que amplían su radio de acción aumenta también su curiosidad y las preguntas por el “qué” y el “por qué”.

La curiosidad infantil como motor del desarrollo

La curiosidad del niño es el motor de su desarrollo. Todo le resulta excitante y quiere explorar el mundo, encontrar su propio lugar. Así que va en busca de aventuras con todos los medios a su alcance: primero con los ojos y luego con las manos que cogen objetos y los llevan a la boca. Después empieza a desplazarse y a explorar su entorno y finalmente trata de obtener más información sobre la vida mediante el lenguaje.

Explícame el mundo

La primera palabra que reclama información sobre el mundo es “¡eso!”. Pero no sólo significa que el niño quiere todas las cosas que señala, con esa palabra también suele preguntar por sus nombres o pide una explicación. Y una vez que puede nombrar las cosas y relacionarlas entre sí, pregunta por conexiones y causas… “¿Por qué?”

Responder pacientemente a las preguntas

¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? Cuando empieza esta fase parece que no va a tener fin. El niño pregunta por todo, todo le resulta interesante. Y puede ocurrir que a medida que pasa el tiempo ya no reaccionemos con tanta alegría como al principio. Pero debemos tener siempre presente que el pequeño pregunta porque quiere entender y de esta forma pone de manifiesto su necesidad interna de desarrollarse. Debemos tomar en serio sus preguntas y de vez en cuando preguntarle también: “¿Por qué crees que...?” De esta forma sabremos más acerca de lo que piensa y de cómo ve el mundo.

Preguntas embarazosas – respuestas adecuadas

A menudo las preguntas de los niños no suenan bien en público o incluso resultan molestas: “Papá, ¿por qué es tan gorda esa señora?” Pero a esta edad los niños no hacen juicios de valor, sencillamente preguntan por las cosas que ven. Es importante no prohibirles que pregunten, sino que debemos responder relajadamente y ofrecerles una imagen abierta y tolerante del mundo: unas personas son altas y otras bajas, unas son gordas y otras delgadas. La forma en que respondemos revela nuestros valores y nuestra actitud y también enseña al pequeño cómo pensar y actuar en el futuro. Por eso es bueno no prohibir a los niños que abran la boca sino señalarles amorosamente formas alternativas de ver las cosas.