Tómate tu tiempo y deja a tu hijo a cargo de una persona “extraña” sólo cuando eso te produzca una buena sensación. Para muchas madres y padres resulta más fácil si se trata de la abuela o el abuelo. Pero si no cuentas con alguien a quien conozcas bien y buscas una baby-sitter puede ser conveniente organizar una fase de familiarización para todos. Conoce a la persona que va a cuidar a tu hijo y observa cómo interactúan ella y el niño. Por ejemplo, puedes quedarte en casa y retirarte a otra habitación. Así percibirás cómo trata la canguro a tu hijo y cómo reacciona éste ante esa persona extraña. Es importante que el pequeño sienta que lo tratan con cariño y que le trasmitan una sensación de confianza y seguridad. Al principio es más sencillo que el cuidado por parte de otras personas se lleve a cabo en tu casa y que el niño no tenga que acostumbrarse también a un entorno nuevo. El ritmo, los rituales y las repeticiones hacen que surja una cierta confianza, por eso es bueno que se trate siempre de la misma persona e incluso del mismo momento y el mismo día de la semana. Por ejemplo, si tienes determinados rituales a la hora de comer o antes de dormir explícaselos a la baby-sitter para que pueda realizarlos ella también. A la hora de elegir a la persona que va a cuidar a tu hijo puede ser de ayuda tener en cuenta los siguientes aspectos:
- ¿Ha hecho esa persona un curso de baby-sitter?
- ¿Tiene experiencia en el trato con niños pequeños?
- ¿Qué te dice tu intuición? ¿Puedes fiarte de esa persona?
- ¿Cómo trata esa persona a tu hijo? ¿Muestra un interés totalmente individual por él? ¿Cómo reacciona el niño ante ella?
- Conoce a la baby-sitter, organiza primero asistencias más breves (por horas) y quédate en casa al principio. Así os iréis acostumbrando lentamente a esta nueva persona de referencia