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Cómo actúan los aromas

Las fragancias pueden tener un efecto calmante o estimulante e incluso provocar procesos de recuperación.

Nos encanta el olor a flores. Ciertos aromas pueden incluso tener un efecto curativo y calmante sobre nosotros. Pero al igual que nosotros, las plantas perciben olores. Huelen cuando sus frutos están maduros o  hay una amenaza por depredadores.

El aroma fresco de la lavanda, la delicada nota a rosas: un olor agradable hace feliz. El efecto de los aceites esenciales es particularmente intenso. Los hasta 400 químicos volátiles que forman un aceite hecho de flores, estimulan nuestro sentido del olfato. A través de las células olfativas en la nariz, se transmiten como una señal al cerebro, y dónde se evalúa la fragancia. El sistema nervioso responde con la liberación de sustancias que afectan nuestra psique y el sistema inmunológico y hormonal.

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La fruta huele cuando está madura

Sin conocer la explicación científica para ello, los humanos sabían por observaciones ya en la antigüedad que las plantas reaccionan ante los olores. En Egipto, habían visto que el aroma de los higos rajados podía hacer madurar los frutos de todo el árbol. En China, la gente quemaba cierto incienso para hacer comestibles las peras duras. Hoy sabemos por qué esto es así: el etileno, un perfume de señal volátil que se encuentra en el humo, pero también en las plantas para poder comunicarse, proporciona el impulso para una maduración más rápida. Mientras nosotros olemos solo con la nariz, las plantas lo hacen con todo su cuerpo. Todas las células vegetales, ya sea en las raíces o en las hojas, tienen receptores de olor.  

Los árboles se advierten mutuamente

"Los aromas de romero, albahaca, limón y regaliz y muchas otras plantas son en realidad mensajes. El aroma es el idioma de las plantas, su vocabulario. Millones de compuestos químicos forman los signos de un lenguaje de plantas que hasta ahora apenas hemos entendido ", explica el científico de plantas Stefano Mancuso. Compara el lenguaje complejo de las plantas con los jeroglíficos egipcios, cuyo descifrado tuvo éxito solo tras un sinfín de intentos.

Sin embargo, es más fácil observar lo bien que funciona el lenguaje de las plantas: los árboles cuyas ramas no se tocan y cuyas raíces no están en contacto entre sí, pueden comunicarse a través de este lenguaje olfativo con la ayuda del aire, por ejemplo, advirtiéndose de los depredadores. Acacias de paraguas que son mordisqueadas por las jirafas, emiten un gas de advertencia. Los árboles vecinos lo huelen y en cuestión de minutos acumulan toxinas en sus hojas, que las dejan incomestibles para las jirafas.

Los olores preservan los recuerdos.

Las fragancias también son un lenguaje para las personas. Un lenguaje que se utiliza para almacenar recuerdos. Heno recién cortado, galletas navideñas o cierto perfume: los olores pueden ser la clave del pasado. Cuando olemos un determinado aroma, de repente todo vuelve, incluso después de décadas. Los neurocientíficos sospechan que este es el camino por el que pasa la información olfativa a nuestro cerebro, directamente desde la nariz hasta el hipocampo, el almacenaje de la memoria.